Los riesgos internos son amenazas que ya tienen acceso a la información confidencial de una organización. Son personas que tienen acceso físico a los edificios de la organización y credenciales para iniciar sesión en la red. Pero lo más importante es que están familiarizados con los procesos de la organización, hablan la jerga de la empresa y saben dónde residen los activos importantes. Ya sea con intenciones interesadas o accidentales, las organizaciones necesitan adaptarse mejor a los riesgos que plantean las personas con información privilegiada para sus organizaciones, porque el problema ha seguido una tendencia al alza durante algún tiempo.
Los dos tipos de amenazas internas
Existen dos tipos de amenazas internas con riesgo. Unas son maliciosas y otras no. Las no maliciosas son empleados, contratistas o proveedores que tienen buenas intenciones, pero algo sale mal. Por ejemplo, un analista de una de mis antiguas empresas copiaba datos de clientes en una unidad USB para llevárselos a casa y trabajar en ellos. No intentaba provocar una filtración de datos, pero incluso sin mala intención, esto podría haber tenido consecuencias devastadoras—ya que se trataba de datos muy confidenciales que se llevaban fuera de la empresa en un dispositivo no seguro.
Sin embargo, una amenaza interna maliciosa tiene realmente la intención de dañar o explotar la organización. Una vez trabajé en otra empresa que contrató a una persona vinculada al crimen organizado. Se le contrató como analista de créditos—pero en realidad estaba allí para cambiar los registros de crédito. Esta persona empezó a trabajar con la intención explícita de cometer fraude desde el primer día.
El trabajo híbrido crea factores de riesgo para el negocio
Aunque el trabajo híbrido ha mejorado la productividad de muchas empresas, tiene un costo. Según un reciente informe de Verizon, el 79% de las organizaciones coinciden en que los cambios en sus prácticas laborales han afectado negativamente a su ciberseguridad. Esto también afecta a la salud mental de los trabajadores: muchos tienen dificultades para desconectar fuera del horario laboral—lo que provoca agotamiento. Como resultado, algunos empleados se han vuelto más descuidados y están más descontentos.
La Gran Dimisión se ha convertido en otro factor. La gente cambia de trabajo con mayor frecuencia. Cuando alguien deja una empresa, es natural que empaquete las herramientas que considera suyas, y a menudo lo hace con una intención inocente. Los comerciales suelen hacer una copia de sus listas de contactos. O puede que alguien del departamento de TI quiera llevarse el código que ha escrito. Pero a menos que se acuerde explícitamente de antemano, este tipo de material suele pertenecer a la empresa—y cualquier duplicación representa una filtración de datos. Las organizaciones vieron cómo el 20% de los usuarios cargaban más datos de lo habitual en aplicaciones e instancias personales durante sus últimos días de empleo, lo que les permitía mantener el acceso a los datos incluso después de abandonar la organización.
Las tres R de la gestión de riesgos internos
El primer paso para ajustar la forma en que la organización gestiona su programa de seguridad en respuesta a este tipo de información privilegiada y exposiciones es comprender los riesgos reales:
- ¿Qué nos enriquece? ¿Cuál es nuestro valor fundamental en el mercado? ¿Qué hace que la empresa sea única? ¿Qué nos hace ganar frente a nuestros competidores? ¿Qué genera ingresos?
- ¿Qué nos arruinaría? Un fallo de seguridad arruinaría automáticamente a algunas empresas, pero no siempre es así. No hace mucho, el servicio telefónico de la sede central de una importante cadena de comida rápida dejó de funcionar durante 24 horas—y a nadie le importó realmente. Esto se debió a que la gran mayoría de sus clientes no se vieron afectados. Por otro lado, si las transacciones en los puntos de venta o la cadena de suministro para reabastecer a las franquicias se vieran significativamente interrumpidas—un ataque de esa naturaleza podría resultar ruinoso para el comercio y la reputación de la empresa.
- ¿Qué normativa debe cumplir la empresa? Ya se trate de la HIPAA en la atención sanitaria o de las normas del sector de las tarjetas de pago (PCI) para las transacciones financieras habituales, un programa eficaz contra las amenazas internas debe incorporar procesos de cumplimiento de las normativas de las que dependa.
Una vez comprendido esto, el equipo humano puede diseñar un programa eficaz de gestión de riesgos. Necesitará visibilidad sobre dónde residen los datos, por dónde fluyen e incluso análisis del comportamiento de los usuarios. Establezca controles y eduque a los usuarios. Es importante fomentar una cultura de concienciación para que todo el mundo comprenda el valor de la seguridad y se comprometa a formar parte del sistema de control de la empresa.
Extienda la seguridad al borde
La digitalización de las empresas y el trabajo desde cualquier lugar han cambiado nuestra forma de trabajar y la ubicación de nuestros sistemas. Y la seguridad tiene que ir directamente a la acción. Por este motivo, muchos responsables de seguridad ya están adoptando una plataforma Security Service Edge (servicio de seguridad en el borde o SSE) como parte de una arquitectura Secure Access Service Edge (servicio de acceso seguro en el borde o SASE) más amplia.
Una plataforma SSE eficaz incluye controles de seguridad adaptativos y la capacidad de ofrecer acceso seguro directo a Internet para usuarios remotos, sin tener que desviar el tráfico de vuelta al centro de datos. Estamos trasladando esos controles más cerca del usuario y a la nube, donde residen los datos—reduciendo el riesgo para la organización sin entorpecer la experiencia del usuario".
Este artículo fue publicado originalmente en SC Media.